miércoles, 5 de octubre de 2016

AGUA: PRESENTE Y FUTURO


La fuente principal de vida en nuestro planeta es sin duda alguna el agua. Todos los seres vivos dependemos de este compuesto químico, de hecho se calcula que el 70% de nuestro organismo esta compuesto por agua.

Gracias al sorprendente proceso conocido como "El ciclo del agua" es que se renueva constantemente este elemento. A través de la evaporación, la precipitación y escorrentía la naturaleza ha logrado, de forma sorprendente, la correcta distribución del recurso hídrico en todo el planeta. Sin embargo esto era hasta hace algunos años. Hoy en día los efectos de la actividad industrial humana ya empieza a mostrar sus efectos en el medio ambiente principalmente relacionado con el cambio climático. 

Actualmente en varios países del mundo se vive una escasez de agua como no se había tenido en años anteriores, esto se debe a una variabilidad hidrológica y el alto consumo humano. Existen tres dimensiones por las cuales se da la escasez del agua  (1) escasez de agua física (según lo antes señalado); (2) escasez de agua económica debido a una falta de infraestructura debido a limitaciones financieras o técnicas, independientemente del nivel de los recursos hídricos; (3) escasez de agua institucional debido a que las instituciones no han cumplido a la hora de proveer al usuario con un suministro de agua confiable, seguro y equitativo.

La disponibilidad de agua también depende altamente de la calidad del agua. El agua de mala calidad no es apta para varios usos y el costo del tratamiento puede ser prohibitivo, agravando así la carga de la escasez económica del agua. Según un estudio reciente realizado por Veolia y el IFPRI se prevé que el deterioro de la calidad del agua aumente rápidamente en los próximos decenios, lo que, a su vez, aumentará los riesgos para la salud humana, el desarrollo económico y los ecosistemas.


Entre 2011 y 2050 se espera que la población mundial aumente un 33%, pasando de 7.000 millones a 9.300 millones de habitantes (UN DESA, 2011), y la demanda de alimentos aumentará un 60% en el mismo período (Alexandratos y Bruinsma, 2012). Además, se prevé que la población que vive en las áreas urbanas casi se duplicará, pasando de 3.600 millones en 2011 a 6.300 millones en 2050 (UN DESA, 2011).

El mercado exige productos que consumen mucha agua, tales como la carne, y esta demanda tiende a crecer con el desarrollo económico, aumentando así drástica mente la demanda de agua en la agricultura.

La evidencia histórica muestra los cambios en la magnitud y frecuencia de las inundaciones provocadas por el cambio climático antropogénico. Por otra parte, las proyecciones futuras indican que los riesgos de inundación se intensificarán, sobre todo en partes del sur, el sureste y el noreste de Asia, así como el África tropical y América del Sur. El aumento de la exposición y la vulnerabilidad de las poblaciones crecientes exacerbarán las pérdidas socio económicas. Se espera que las consecuencias del cambio climático provoquen un importante impacto en el desempleo en la economía mundial a través de los recortes, que podrían llegar a un 2% de reducción de los puestos de trabajo en el año 2020.


En particular, el Marco de Acción de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres (2015-2030) insta a los organismos pertinentes de las Naciones Unidas a fortalecer los mecanismos mundiales existentes y a implementar nuevos mecanismos para crear conciencia y mejorar la comprensión de los riesgos de los desastres relacionados con el agua y su impacto en la sociedad, y a adelantar estrategias que lleven a reducir el riesgo de desastres (UNISDR, 2015). Estas estrategias podrían cambiar la forma en que se gestionan los recursos hídricos, especialmente en un contexto de inundaciones y sequias extremas, de alto impacto y con niveles récord.

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